martes, 20 de noviembre de 2007

Continuo sentado, no es por pereza ni por ganas de descansar más pues estoy muy descansado, pero disfruto tanto de todo lo que me rodea y quiero continuar empapándome de ello, es tan bonito...que me trasporta al lugar donde tal vez vayan las personas buenas después de esta vida, y me siento contento de estar ya y disfrutarlo antes de morir. Desconozco si encontraré en el “más allá” un lugar como este ni si me lo mereceré, tal vez no he sido bueno, por lo menos tengo la oportunidad de gozarlo aquí los pocos años que me quedan, y después... ¿Qué será? , quizás la eternidad, las tinieblas o la reencarnación. Si pudiera elegir reencarnarme en algún ser viviente jamás lo haría en un ser humano, elegiría a un perro: noble, cariñoso, fiel, inteligente y el mejor amigo del hombre aunque algunos no merezcan su amistad. También me gustaría reencarnarme en un árbol milenario como mi olivo, un árbol grande y poderoso, para poder observar todo lo que me rodea, escuchar y mirar a otros seres vivientes que se acercan a mí, y desde sus ramas más altas contemplar todo con absoluta precisión y sentirme como el Rey del mundo, el más grande, el más poderoso pero al mismo tiempo el más tranquilo y sin maldad como los seres humanos que pelean por un territorio, por lo material, lo que menos importancia tiene en la vida para conseguir la felicidad; profundizar mis raíces y empaparme con los jugos de la tierra y sus millones de sabores producidos por la misma naturaleza; extender mis largas ramas y abrazar a mis compañeros y compañeras más cercanos y sentirlos muy cerca; tal vez me enamore de un árbol hembra y vivamos un amor eterno, muy cerca el uno del otro, viviendo y disfrutando de todas las emociones que nos rodean, hasta que el paso del tiempo nos desgarre y permanezcamos abrazados terminando en líquenes y compost para alimentarán a nuestros hijos que ya crecen a nuestro alrededor; producir hermosas y perfumadas flores con sus cálices repletos de néctar que alimenten a todos los insectos que me visiten; albergar nidos de aves que posándose en mis ramas me harían cosquillas produciéndome placer; sentir en mi tronco como un enamorado dibuja un corazón con el nombre de su amada que perdurará en mi corteza hasta mi muerte; dejar caer de vez en cuando una rama seca para alumbrar un hogar y producirle calor; cobijar bajo mis hojas a todo aquel que necesite de mi sombra para resguardarse del caliente sol que siempre mantengo en la punta de mis ramas más altas agitadas por el viento como una bandera y diciendo a todo el mundo: ¡Yo soy el ser más poderoso y noble de la Tierra!

Por fin me levanto y doy mis primeros pasos atravesando la terraza que conduce al porche donde esta resguardado el “Carusin” (el canario), ya está cantando sin parar, le limpio la jaula, le pongo comida nueva, un trocito de manzana y una hojita de lechuga fresca; le chisto y me contesta con un alegre piar y revolotea alegremente, es porque me conoce y me quiere, sabe que soy su protector, el que lo alimenta y le tiene contento para seguir alegrándome con sus trinos en agradecimiento; cada día siento pena por verle enjaulado, me gustaría soltarle para que disfrute de su libertad, pero no sabe vivir fuera, lo desconoce, no sabría buscarse el sustento y moriría, por eso no lo hago y lo mantengo en su pequeña y cómoda cárcel por su propio bien pero atendido con el máximo esmero; de vez en cuando le hablo, le silbo, intento imitarle y me contesta como si se riera de mí porque no sé silbar como él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me has hecho emocionar.... Tu descripción acerca de este paraíso terrestre es único, es bueno que alguien mas sepa apreciarlo.
Es ver la verdadera belleza que nos rodean y que muy pocos saben verla.